Sí a ti, ese hombre que no ama
a las mujeres, has conseguido lo que parecía imposible: que mujeres de toda
clase y condición nos unamos, nos percibamos como hermanas. Ese concepto de
sororidad desde el que las mujeres creamos alianzas y superamos las
prohibiciones patriarcales de mirarnos, escucharnos, sentirnos y amarnos. Ahora
somos una. Una formada de muchas, de todas, tan diversas como los rayos de sol
en esta primavera que se cuela por la ventana de mi habitación. Mi habitación
propia. Habitación que defiendo a capa y espada, porque es mi nido, mi yo más
profundo, mis ganas de ser agua y fuego. Agua…
Foto: Ana Marcos |
¿Quiénes somos nosotras?
Nosotras somos las hijas, las nietas y bisnietas que vuestros antepasados,
vuestros líderes ideológicos, vuestros mentores, durante más de 40 años asesinaron,
violaron, obligaron a la ingesta de aceite de ricino, raparon las melenas,
pasearon sucias para escarnio público, torturaron, apedrearon, robaron sus
hijas e hijos, sus pertenencias, encarcelaron, callaron, apagaron el brillo de
sus ojos. Ojos que hablan cuando ellas callan. Yo no callo. No callo porque se
lo debo a sus ojos azules. Porque sigo mi senda y no me voy a volver a apartar
ni un solo centímetro nunca. Jamás.
Primero lo intentaron con un
gobierno que por dos años pretendió aniquilar los pilares sobre los que se
sustentaba la tricolor. Pero Asturias primero, las municipales siguientes y las
generales del 36 os pararon los pies. Elecciones donde las mujeres votaron codo
con codo con los varones, masivamente y sin reparos a la Libertad, a la
Sororidad, a la Fraternidad y a la Igualdad. Entonces prepararon la revancha
fascista que sois incapaces de reprobar.
Porque el aborto en el Estado
Español fue reconocido legalmente en diciembre de 1936 por un gobierno
democráticamente elegido bajo una bandera democráticamente elegida. Mi bandera.
Aborto libre, sin restricciones, durante las 12 primeras semanas.
¿Quiénes sois vosotros? ¿Quién
eres tú, ministro de las injusticias? Tú eres el protegido de aquel ministro franquista
que ocultó y consintió la tortura de varias hermanas, incluso llegando a
frivolizar y restando importancia al asunto. Ahora, ese ministro que permitió
la tortura, tiene bustos en lugares que deben ser la cuna de la democracia. Bustos
pagados por tu partido, heredero legítimo de vuestros antepasados. Esos a los
que rendís homenajes, a los que defendéis, a los que protegéis.
Esos a los que entierran con
honores, que ocupan vastos campos al este de Madrid con crucecitas blancas en
perfectas y simétricas hileras, que nombran calles, que tienen placas
conmemorativas, que el Vaticano beatifica como mártires… Esa Iglesia Católica
que paseó bajo palio al líder de vuestros antepasados. Esa Iglesia Católica que
aprobó, auspició, defendió, delató e incluso ejecutó las torturas, los
asesinatos, el silencio impuesto…, de nuestras bisabuelas, abuelas, madres. Hermanas.
Ahora no nos asombramos por
vuestras palabras. No nos asombramos porque exijáis al ministro de las
injusticias que prohíba el aborto en cualquier caso. No nos asombramos porque
conocemos nuestra historia y sabemos que ya antes de que las mujeres
arrancáramos nuestro derecho al voto por voz de esa compañera grandísima, amenazabais
con revanchas si se os eliminaba una sola de vuestras prerrogativas. Y como se
os quitaron todas, os teníais que vengar. Y os vengasteis. Y os queréis seguir
vengando.
Y en tu partido, por supuesto,
también hay mujeres que no aman a las mujeres. Que te aplauden, en el más
bochornoso espectáculo de la indecencia. En la más aberrante ignominia. Mujeres
que se atreven a decir que el asesinado Ministerio de Igualdad igual da, en un
imbécil juego de palabras. Mujeres que se atreven a asegurar que las cuotas
sólo van a dejar fuera a hombres con capacidad cuando precisamente las no
cuotas sólo cierran las puertas a mujeres con capacidad por aquellas maravillas
del privilegio masculino. Las becarias del patriarcado…
Pero mañana, aun con estas
becarias en campo enemigo, es el día de las mujeres. No quiero menospreciar la
historia de este día, cuando en 1910 una gran feminista alemana propuso que se estableciera el 8 de marzo como
Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Siempre lo he defendido… Hasta
ahora, que percibo a las mujeres como clase social. Hace más de cincuenta años
una mujer que ni por asomo se sentía discriminada como mujer ni se llamaba
feminista, comentó a su pareja la idea de escribir un libro sobre sus memorias.
Su pareja, varón, contestó algo así como que si había pensado en que si hubiese
nacido como él, varón, la abrían educado de manera totalmente distinta. No escribió
sus memorias, sino el libro referencia del feminismo desde que se publicó, allá
a mediados del siglo pasado.
Mañana todo el Estado gritará
contra ti, por nosotras, nuestros cuerpos y nuestras decisiones. Y en Madrid,
como hace tantos años seguirá viva la llama de aquellas que lucharon por que
hoy estemos vivas. Hasta la victoria. No pasaréis. Madrid será la tumba del fascismo.
A mi abuela. A mi madre, como
siempre. Y a todas las mujeres que me han ayudado a escribir estas palabras.