¿Dónde estabas? Yyo, ¿dónde estaba, he estado, yo? ¿Dónde nos metimos tanto tiempo? Si estábamos aquí cerca, casi casi al ladito... Al lado. Tras las sombras, el tiempo y la ausencia.
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Recuerdo ese verano del 92. Del cole al instituto... Y a tu gato blanco. Fuiste tú, fue de ti de quien aprendí que los gatos blancos con los ojos azules son sordos. Las gatas blancas con los ojos azules también. Y es de esas cosas que no olvidas nunca. No recuerdo tu casa, allá en el barrio de al lado. Tampoco que vinieras a la mía, aunque tú me lo recuerdas... Ya sabes, la que dicen que es nuestra pero llena de normas ajenas que invitan, o incitan, a salir pitando a otra, esa sí, nuestra casa.
También recuerdo verte en la línea de caja. Y yo, idiota de mí, tan sólo decirte hola. Y poco más. O nada más. Como dos extrañas. Recuerdo el paso de los años. De los casi veinte años. Quizá más. Que vida esta compi..., amiga. Que vida esta.
Y recuerdo mi visita al supermercado huyendo, siempre huyendo de lo que ahora creo echar de menos. La vida que diría aquel... Me hizo ilusión verte. Mucha ilusión verte. Y tu chico mirándonos y yo pensando: mira cómo ligamos incluso en chándal. Pero no. Dame tu teléfono, que esta vez sí que sí. Y hasta ahora cielete. Fíjate. Cuando viva en la playa espero que vengas siempre a verme.
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