Descripción
Artículo con dibujo del periódico de tirada estatal 20
Minutos. Corresponde al día 16 de octubre de 2012.
Sección Formación y Empleo, que es
el suplemento de los martes, en la página 16, encontramos un artículo llamado
45 Minutos para almorzar. Como subtítulo: Conciliación: menos tiempo para comer
y adaptar el reloj al horario solar serían grandes triunfos para vivir mejor.
Lo que no encaja, o encaja demasiado por razones que analizaremos más adelante,
es la casualidad de haber puesto como representación gráfica una mujer
abrazando un gran reloj en un puesto de trabajo. El reloj marca las 18:00
horas. Al fondo, una ventana con edificios y el sol.
El artículo versa sobre el ahorro de
tiempo que se tendría si se adelantasen los relojes una hora, si se dedicase
menos tiempo a comer y se pudiese salir antes de los trabajos. Con la
posibilidad de conciliar se reduciría el absentismo, se rendiría más y los
padres estarían más tiempo con sus hijos. Porque existe un problema real en la
sociedad española: el 80% de los progenitores pasan menos de dos horas al día
cuidando de sus hijos.
El “modelo de oposiciones binarias,
jerárquico y excluyente” (Rivera, 2003, p.71)
Siempre en masculino excluyente.
Parece que la mayoría de la población es varón, y son hijos de una pareja
homosexual formada por varones. Incluso se podría decir que hablan en masculino
de las madres, porque es de ellas a quien se está refiriendo cuando se habla de
conciliación. Es de ellas de quien se está hablando cuando se habla de
absentismo[1].
Es de ellas de quien se está hablando cuando se trata el tema de pasar más
tiempo con la descendencia. Porque el problema es suyo, ya que son ellas las
que han salido a trabajar fuera del hogar. Han transgredido el papel que les
corresponde de señoras de sus casas. Y, claro, el tiempo que pasan fuera nadie
lo ha ocupado dentro. Y quedan hogares vacíos. Hijas e hijos que vuelven solos
a casa. Generaciones educadas a base de videojuegos que llevan las llaves de
casa atadas al cuello. Compras que se dejan obligatoriamente para el fin de
semana. Polvo en las estanterías…
¿Qué sugiere el término
conciliación? Si no se tiene formación en feminismo, podríamos decir que nos
sugiere el hacer compatible la vida laboral con la personal/familiar. ¿Quién
hace compatible qué?
Con la revolución industrial quedan
definidos por completo los ámbitos de actuación de mujeres y hombres, se
establece la división del trabajo. La mujer es madre y esposa, se dedica a la
crianza, a la reproducción social, mientras que el hombre se centra en la
producción social. De aquí se desprende la dependencia económica de la mujer
hacia el hombre. Trabajos menos remunerados y menos recursos económicos,
feminización de la pobreza. Llegamos a la actualidad. La mujer se incorpora al
mercado de trabajo. En cierto sentido, se hace visible. Es mujer, madre y
trabajadora. El modelo de sociedad ha cambiado, el papel de la mujer también ha
cambiado (Universidad 2015, 2009).
Sin embargo, el papel del varón se
resiste a cambiar, con lo que la balanza queda desequilibrada. Surgen las
dobles e incluso triples jornadas laborales. Como describí en el primer afiche,
es normal ver a una mujer en una cocina, en un cuarto de baño, en un espacio
doméstico, cocinando, limpiando, horrorizándose porque no se ha quitado una
mancha. Cuando la publicidad nos muestra un varón en un espacio doméstico, su
vestimenta nos indica que o viene del trabajo o va a salir al mismo. El traje y
la corbata, la camisa blanca… Hablan con sus hijas sí, se sientan en el suelo
con ellas y juegan a las cocinitas…, con su camisa blanca y la corbata oscura.
O bien la dejan sentada en la trona mientras hacen la comida, con su camisa
blanca y la corbata oscura. Sus espacios no son espacios domésticos. Sus
espacios están fuera, donde hay reconocimiento social, donde el trabajo bien
hecho se recompensa con buenos sueldos y ascensos. Quitar una mancha difícil es
incluso una obligación de género, de género femenino. No hay reconocimiento. Ni
siquiera un “gracias”.
En el actual contexto de crisis
financiera, la conciliación de la vida familiar y laboral, junto con la
maternidad, se está dejando aparcada. Por utilizar un tiempo verbal correcto:
se ha dejado aparcada. Como denuncian CCOO y UGT, la conciliación de la vida laboral, personal y
familiar constituyen las principales preocupaciones de la mujer a la hora de acceder
y mantenerse en el mercado de trabajo. Con la crisis aumentan en
un 20% los despidos y abandonos del trabajo por causa de la maternidad
(“Mobbing maternal”, 2010). Recordemos que el Estado Español tiene una tasa de maternidad que no
llega al 1.5 hijos. Este dato está ligado por completo a la tasa del paro femenino,
que se situó en el 20.5% en el 2010, más del doble que en el resto de la UE,
que no llega al 10%, en el siguiente artículo (“La tasa de desempleo”, 2011).
Para el 2012, lo datos no son más halagüeños, ya que el paro femenino se
dispara hasta el 22,2%, cuando la media europea se sitúa en el 9,8% (“España es
el país”, 2012). Algo se está haciendo mal. No funciona. O quizá se esté
haciendo demasiado bien…
Con la entrada de nuevo en el gobierno del PP tras las
pasadas elecciones del 20 de noviembre de 2011, con su visión tradicional y
tradicionalista de la mujer y su papel en el sistema de producción todo ha ido
peor. Como anunció la prensa el pasado mes de octubre, el Estado Español ha
retrocedido 14 puestos en igualdad de género (“España retrocede 14”, 2012). Las
políticas que se realizan desde la perspectiva conservadora y desde la
perspectiva progresista, por llamar de alguna manera a PP y PSOE, IU y otros
partidos de la “izquierda”, se encuentran en lados opuestos.
Desde los conservadores el modelo de mujer es eso, mujer,
madre y esposa a la que hay que ayudar para que se pueda introducir en el
mercado laboral. Pero claro, este modelo hace que la mujer, o mujeres, lleven
arrastrando todos los prejuicios que de su género se pueden arrastrar. Yo me lo
imagino así: una mujer con un bebé colgado de un pecho, con la lista de la
compra en una mano y en la otra el abono transporte para ir al trabajo. La
conciliación como cuestión femenina absoluta. Es decir, reducción de jornada
laboral con lo que conlleva: menos cotizaciones, menos pensiones, mayor
dependencia, desigualdad de nuevo. Es cierto que en la sociedad patriarcal en
que vivimos se castiga a la mujer que no quiere conciliar y se ve mal al varón
que sí quiere hacerlo, como no podría ser de otra manera. Así no vamos a
ninguna parte.
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No se habla de continuidad de un modelo tradicional con
parches. Hablamos de una concepción radicalmente opuesta. Un modelo donde
mujeres y varones compartan las labores de producción y reproducción social al
50%. Mujeres trabajadoras y varones trabajadores. Mujeres madres y varones
padres. Personas al fin. Ciudadanas, ambas, de primera clase. Solo así podremos
hablar de igualdad. Sólo así podremos valorar al sujeto mujer con los mismos
parámetros que al sujeto varón. Organizando la intimidad en términos de
igualdad se construye un marco laboral completamente diferente.
[1]
Recordemos El coño huele a coño: “En España la mujer
ha de trabajar 61 días más al año para que su sueldo llegue al que cobra un
hombre por desarrollar el mismo empleo. El estudio que las mide proclama que
las bajas de las mujeres son más largas. La mentira que te coloca una
enfermedad imaginaria para no tener que volver a decir en el trabajo “el niño
tiene diarrea”, para no volver a ser la madre en el trabajo” (Fallarás, 2011).
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