martes, 30 de septiembre de 2014

El documental

Hay un "el documental", decía este amigo. Si lo ves, te cambias al lado vegetariano. Hablaba de ojos de conejo que se derriten... para probar el rimel que nos convierte las pestañas en mariposas. Para que sea inocuo.

Para probar el rimel que nos convierte las pestañas en mariposas. Para que sea inocuo.



No voy a ver "el documental", respondía siempre. Me encanta la carne, no voy a dejar de comer carne. Ahora ya... ahora la decisión está tomada, como en recursos humanos, ante la carta de despido. No voy a ver "el documental".


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lunes, 29 de septiembre de 2014

Como una uña de gata

Hey, estás aquí. Te echaba de menos. Hacía tiempo que no te veía, que no te dejabas ver. Me encantas. Lo sabes. Cuando no estás... simplemente estoy perdida. Pero hoy, sólo he tenido que mirar, y ahí estabas. Preciosa, radiante, como sólo tú sabes ser. Como sólo tú puedes ser. Un poquito más grande que una uña de gata... Más gordita, que lo necesitamos. ¡Menudo verano nos has dado! Cuán hermosa, cuán despampanante, cuán cerca te hemos tenido...

Pero lejana siempre. Como sus besos, sus caricias... sus ese rozar sus labios con los míos... Te he echado de menos. Y yo a ti. Enrojecer, esconderse tras las gafas de sol y huir. Ausencia. Es todo lo que queda. Vagos recuerdos. Aún quedan. Emergen, como objetos que flotan, tras el naufragio. A veces incluso hasta te echo de menos. Ahora.

¿No te he dicho que te quiero?
Pues te quiero.
¿Me quieres?
Siempre.

domingo, 28 de septiembre de 2014

Certamen de relato breve

Le regaló una pulsera para que lo recordara siempre.
La olvidó.


sábado, 27 de septiembre de 2014

De cómo estamos aquí...

Un amigo es vegetariano. Antes de esto, me habló del feminismo. Los feminismos... Por aquel entonces pensaba que la verdadera opresión, y única, era la de clase y que todo se resolvería el día en que el proletariado -esos hombres de fábrica vestidos de azul- acabase con el capitalismo... Hablábamos sobre la maternidad. Que si el útero me llama... Él también reciclaba. Una tarde vi un documental del plástico perenne. Lo que llamamos arena de playa, con lo que jugamos y hacemos castillos... Es en su inmensa mayoría un montón de plástico indestructible... Que reciclo, le dije un día.




El feminismo me encontró, llevaba toda la vida buscándolo, buscándome, sin saberlo. Me traspasó como la luz de mil arcoiris. Oye, el feminismo... la maternidad... como que no me llama el útero. Que el útero no me habla. Lo que me habla es el mundo. El mundo este, que me lee como útero jugoso, buen horno para criar adeptos al régimen. Descartada la idea. De momento. Si algún día... frente al mar...

...Y ahora, comencé con los huevos, que si de corral... que si de gallinas en libertad. En facebook, mi muro comienza a llenarse de fotos, noticas, imágenes... que vienen de otros muros, de personas, en su mayoría mujeres, con las que comparto feminismo, feminismos...Terror. Terror. Terror.

Una noche, a mediados de agosto, revisando mi muro. Animales torturados, asesinados, explotados... Miré a mi perro, vi sus ojos. Volví la vista. Vi sus ojos.

Mensaje a mi amigo: Me cambio al verde. Dime cosas. Hablamos por teléfono durante dos horas. El rojo, el morado, el recién adquirido verde... Te noto enfadada, dijo. Ya, es que... Estamos en un momento maravilloso, ¡podemos hablar! Sé feliz, hagas lo que hagas, sé feliz. A tu ritmo. Todas estamos expuestas a presiones. No te exijas de tal manera que olvides lo fundamental: sé feliz. Y aquí estamos. Descubriendo, viviendo, realizando la transición más importante (y muy difícil... que como ya dije, estoy verde verde... requeteverde).


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jueves, 25 de septiembre de 2014

Blog sí, blog no...

Blog sí, blog no. Blog sí, blog no. Blog sí, blog no. Y así horas, días. En el curro, blog sí, blog no. En casa. ¿Qué hago? Suficiente con publicar en facebook? ¿Suficiente con subir al twitter? ¿Suficiente con poner también algo en eso que no entiendo que es el Google+, que no me gusta ni aún entiendo para qué sirve? En fin… Que blog sí.

Un blog nuevo o una pestaña en el que tengo. Que sí, que he leído que caca, caca blogger y que si oh, la, la wordpress… Cero ganas de ponerme a montar otro blog (por cierto, retomar de una vez el blog, este sí, de wordpress, escribir, devolver los libros a la biblioteca…, cosas mías). Pestaña en el que tengo, que además de ser una vegana muy verde me gusta escribir, soñar, volar… En fin… Que pestaña en el que tengo y ya las diosas irán diciendo.



Desde este rincón os doy la bienvenida a mi diario. Diario de una vegana muy, pero que muy verde (que me dicen que compre el tofu en el mercadona y me pregunto en qué sección estará, o si llevará un libro y un clavel rojo para que me resulte fácil reconocerlo…, y hasta aquí puedo leer).

Habrá  recetas, sí. Con instrucciones para elaborarlas de manera tradicional y con Thermomix. Adoro cocinar, es relajante… Y comer, comer es grande. Antes, permitidme que empiece a familiarizarme con absolutamente todo el mundo este verde, tofuniano y alguiano que me tiene algo espantada… De espanto… Sí, todo lo nuevo me causa así como miedito…



Habrá reflexiones, búsquedas, luces, desalientos y desasosiegos… Que de eso van los diarios. Por el momento, aquí dejo el primer pasito. Minúsculo, diminuto, como las manitas de mi hija. Como sus dientes y su naricilla. Como toda ella. Salvo sus ojos, de un verdor enorme que me gana con apenas una de esas miradas suyas, como sin querer, de reojo…


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lunes, 22 de septiembre de 2014

Bizcocho... Y fin

Comienzo una nueva etapa que abarcará cada ápice, cada milímetro, cada arruguita y cada destello de luz. Esta vez sí, todo lo llenas tú, todo lo llenas... He dado el paso, o más bien, toda una serie de circunstancias han conseguido su fin, su propósito. Ahora me he dado cuenta. Durante la gestación se tornaba imperceptible... Mas cada una de las decisiones que he ido tomando, algunas con total convicción, otras a trompicones y casi sin saber, a tientas, a oscuras..., o henchidas de luz..., como llenos de azul y polvo de hadas rebosan sus ojos de gata... Han dado vida a esta que venía, que se acercaba y susurraba, que acariciaba y sonreía, que acunaba en las noches inciertas, que compartía la alegría, tantas veces fundada por ella..., en ella. Mi vida me ha encontrado.

Es el momento de cerrar esta sección, no de seguir cocinando. Ha servido para comenzar, para saber. Tantear. Ahora, ¡Diosas, ahora ya al fin! O al principio, que es ahora. Cada comienzo se sitúa tras un fin. La infancia concluida. Mejor o peor, concluida. Y, si me apuras, estamos ya al final de la adolescencia. Oh..., cuán hermosa era al final de la adolescencia. La larga melena roja como el fuego, las uñas de diablesa lacadas con brillantes colores. Metálicos, oscuros, fuego... Una mirada limpia... Con tantos demonios... Sombras... Quizá no limpia... Una mirada que evocaba el infinito. Pero con tantos miedos... Ahora ya no (Lecter, te adoro y te dedico esta sonrisa grande y ostensible que sólo yo puedo sentir..., ahora).

Seguiré cocinando, sí. Por supuesto, que de esto se trata y de esto, al fin, va todo. Y seguiré llevando un tupper a mi madre. Mi madre...

Como receta de transición, este bizcocho de chocolate sin huevos de Velocidad Cuchara. ¿Transición? Claro, que no lo he dicho. El fin de todo esto, el principio de todo esto, como el yin y el yang... Me paso a la cultura vegana. Por mí, por mis vidas preciosas, y por todas las vidas preciosas que pueblan el mundo.


Aquí os la dejo, nos vemos en la pestaña de este mismo blog Diario de una vegana muy verde, o en facebook, twitter, google+...

Ingredientes para unas 10 raciones:
450gr de leche (de soja, arroz, avena...)
40ml de aceite de oliva suave
200gr de harina
250gr de azúcar
75gr de chocolate en polvo
1 sobre de levadura de 16gr
Preparación:
1.- Enciende el horno y precalienta a 180ºC, calor arriba y abajo.
2.- Pon todos los ingredientes en el vaso empezando por los líquidos. La leche, el aceite, la harina, el azúcar, el chocolate y el sobre de levadura y mezcla 10 segundos en velocidad 5.
3.- Forra con papel de horno un molde de 18-20cm, previamente engrasado y hornea unos 40 minutos a 180ºC o hasta que pinches y la varilla salga limpia.


viernes, 12 de septiembre de 2014

Recuerdos II

¿Dónde estabas? Yyo, ¿dónde estaba, he estado, yo? ¿Dónde nos metimos tanto tiempo? Si estábamos aquí cerca, casi casi al ladito... Al lado. Tras las sombras, el tiempo y la ausencia.
...
 
Recuerdo ese verano del 92. Del cole al instituto... Y a tu gato blanco. Fuiste tú, fue de ti de quien aprendí que los gatos blancos con los ojos azules son sordos. Las gatas blancas con los ojos azules también. Y es de esas cosas que no olvidas nunca. No recuerdo tu casa, allá en el barrio de al lado. Tampoco que vinieras a la mía, aunque tú me lo recuerdas... Ya sabes, la que dicen que es nuestra pero llena de normas ajenas que invitan, o incitan, a salir pitando a otra, esa sí, nuestra casa.
 
También recuerdo verte en la línea de caja. Y yo, idiota de mí, tan sólo decirte hola. Y poco más. O nada más. Como dos extrañas. Recuerdo el paso de los años. De los casi veinte años. Quizá más. Que vida esta compi..., amiga. Que vida esta.
 
Y recuerdo mi visita al supermercado huyendo, siempre huyendo de lo que ahora creo echar de menos. La vida que diría aquel... Me hizo ilusión verte. Mucha ilusión verte. Y tu chico mirándonos y yo pensando: mira cómo ligamos incluso en chándal. Pero no. Dame tu teléfono, que esta vez sí que sí. Y hasta ahora cielete. Fíjate. Cuando viva en la playa espero que vengas siempre a verme.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Helado de sandía



Mi madre hace la compra por teléfono. En la última encargó una sandía. Le trajeron una de siete kilos. Se iba de vacaciones a los tres o cuatro días, o a la semana. Comed sandía, dijo al irse. Come sandía, dice mi hermano... Y yo como sandía. Pero siete kilos, o algo por el estilo, se convierte en algo tipo castigo kantiano. En fin, que me puse a mirar helados. Casualmente tenía dos briks pequeños de nata para montar. Los dos últimos briks de nata que compre ahora que voy a abrir, que estoy abriendo, la puerta al mundo de la cocina vegana y macrobiótica. El resultado es un helado suave, refrescante y de impresionante sabor a ¡sandía! Ideal para los calores de este verano tardío que en septiembre nos deja temperaturas no alcanzadas en los mejores días de julio o agosto. Allá va la receta (yo la hice doblando las cantidades, así gastaba los dos briks y más sandía, que de eso se trataba).


Ingredientes
6 personas
70 gr azúcar
300 gr sandia en trozos congelada
1 brik nata pequeño


Elaboración
Pulverizar el azúcar en el vaso 20 seg. velocidad 5-10.
Añadir los trozos de sandía congelada y triturar 30 seg. velocidad 5-10.
Poner la nata y programar 1 minuto, velocidad 5-10
Meter en el congelador, pasada una hora mover.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Recuerdos

Ahora que es verano y siempre llevamos chanclas y sandalias de esas de dedo. Esas que mi abuelo compraba los veranos en La Manga hace muchísimos mil años. Pensaba, que raro es mi abuelo, con estas chanclas de dedo. Un visionario mi abuelo.
 
Recuerdo hace muchos años, bastantes menos que los veranos con mi abuelo pero ya como más de diez..., más de diez nenita... Sonrío para mí misma al recordarlo. Viniste al trabajo con unas sandalias de dedo. Muy bonitas y muy rosas. Con taconcito, modernas. De dedo. ¿Y andas bien?, o algo así te preguntamos. Y tú, sí, mirad. Y andabas por el pasillo de moqueta gris así como encogiendo los dedos.
 
No recuerdo más de ese día. Pero lo recuerdo cada vez que al andar encojo los dedos y mis ojos se topan con ellos. La nenita y sus zapatos de tacón. Y de dedo.