lunes, 23 de septiembre de 2013

Ciudadanía femenina durante la II República y la dictadura franquista: Ciudadana republicana. La “nueva mujer” del franquismo. (IV)

La Dictadura y la Nueva Mujer

            “La situación de las mujeres equivalía a la de un exilio doméstico”                                                             (Tavera García, 2006, p.240).

            Se condena y estigmatiza a la República por haber superado los valores tradicionales, la familia y el hogar. Contra el caos republicano surge el nuevo orden, que reincorpora el sentido católico de la familia con su división de espacios, roles y jerarquía. El Estado se confesionaliza a consecuencia de la identificación por parte de la IC del golpe de estado a una cruzada, lo que modificó las relaciones de género, las costumbres recién creadas y las instituciones. La mujer vuelve al hogar y a su deber biológico, que es ser primero esposa y después madre abnegada. Queda definida como un elemento que articula y ensambla la sociedad, la familia y el Estado (di Febo, 2006). Desde la invisibilidad.

            Las diferencias entre Falange y la IC encuentran un respiro en tanto que ambas pretenden la vuelta de la mujer al hogar cristiano, a la familia, a lo privado. La mujer queda, pues, identificada como madre. Se elaboran leyes que favorecen y premian la descendencia, dotes nupciales, mejoras en sueldo en varones que se casan con mujeres trabajadoras que dejen el trabajo, se prohíbe el trabajo remunerado a las mujeres casadas con maridos que cobren un determinado sueldo (Ibíd.).

            Cierto es que debido a las bajas de la guerra y a las consecuencias de la autarquía, se defiende la maternidad por un lado y se limita, cuando no prohíbe, la inclusión de la mujer en el mercado laboral. No obstante, se recurre a la naturaleza antiintelectual femenina para argumentar el rechazo del trabajo asalariado (no se menciona la formación profesional deficiente, ni que desde la escuela todo fomenta el regreso a lo privado) y la vuelta a lo doméstico (Ibíd.).

            Incluso se escriben manuales de formación para las mujeres y jóvenes donde se aconseja sobre las lecturas, el trabajo doméstico, qué ropa llevar, formas de sociabilidad. Giuliana di Febo (2006, p.226), sostiene que “para las mujeres penetra incluso en lo privado, se hace evidente una de las dimensiones totalitarias del régimen”. Incluso el cuerpo femenino despierta la atención tanto por su capacidad de procreación y la eugenesia, como por peligroso y amenazante (Ibíd.).

            Pero no todas las mujeres vivieron las mismas condiciones. La clase social congrega a las mujeres en grupos diferenciados. En las familias de las clases medias altas las niñas iban a un colegio la mayoría de las veces de monjas hasta la pubertad. Después se preparaban para actividades femeninas. Si trabajaban, lo abandonaban al contraer matrimonio. Las mujeres de clases obreras, campesinas, clases bajas, asistían unos años a la escuela y trabajaban en fábricas o talleres. Ni el matrimonio ni el primer hijo conseguían liberarlas del trabajo asalariado,  que se entendía como una ayuda o complemento al salario familiar, ya que era el varón el encargado de mantener económicamente el hogar (Tavera García, 2006).

            A partir de la década de los 60 se inician los cambios que son vistos como una “verdadera revolución de género”: incorporación masiva al ámbito público, reconocimiento de derechos civiles y políticos y cierta igualdad tanto en la familia como a nivel individual (Ibíd.). Habrá que esperar a la llamada Transición para que la mujer adquiera de nuevo el status de ciudadana igualada, formalmente, en derechos y obligaciones a los varones. La nueva frontera a conquistar es la igualdad real que se conseguirá, como aquellas anarquistas de Mujeres Libres, luchando contra el capitalismo y el patriarcado.


Texto completo aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario