miércoles, 25 de septiembre de 2013

Ciudadanía femenina durante la II República y la dictadura franquista: Ciudadana republicana. La “nueva mujer” del franquismo. (V)

Anexo I

Acción Católica de la Mujer. Tradición antifeminista

            Aun presentándose como firmes defensoras de la familia y el hogar, es decir, del espacio privado, Acción Católica de la Mujer es una de las organizaciones más activas y que más ocupan el espacio público durante los primeros años de la República. La jerarquía eclesiástica las arengaba a ocupar un espacio que no les correspondía por creencia, más sí por ley. Transgrediendo sus modelos de género, luchaban contra la laicización y la destrucción de la familia. Además, contaban con el derecho al voto, con el que podrían incidir en el gobierno de la República (Yusta, 2006).

            Si se movilizaban, entonces, era por intereses religiosos, defendiendo la identidad femenina ubicada en lo doméstico. Interpretaron la guerra civil como un castigo a ese desorden establecido por la República, intensificando su tarea de restauración de la familia y la moral católica (Blasco Herranz, 2003, citado por Morant I Ariño, 2012, p.124). En contrapartida, las falangistas se movilizaban por motivos políticos. Su sentir era revolucionario. La guerra era percibida como un acercamiento a la construcción de un Estado que daría lugar al Imperio y ellas consumarían su parte desde el hogar (Ibíd.).

            Las militantes de Acción Católica participaron en las secciones femeninas de los partidos conservadores escudándose en que estaban defendiendo la familia y la comunidad católica en peligro por la secularización republicana. En ningún momento admitieron, ni ellas ni sus compañeros, que esas acciones constituían una manera de hacer política, de participar en la política. De hacer pleno uso de su recién creado estatus como ciudadanas (Moral Roncal, 2011).

            Pero este movimiento, esta participación en lo público tiene su caducidad. Tras la revolución asturiana, octubre de 1934[1], las mujeres católicas son reconducidas al hogar tanto por la IC como por los dirigentes políticos de derechas (Yusta, 2006). Llega entonces el momento para que las mujeres fascistas ocupen el espacio público, transgrediendo, como las católicas antes, sus propias concepciones del sistema de géneros.


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