sábado, 18 de enero de 2014

Carne de mujer

Ayer, por la Gran Vía, hacia COGAM por la presentación de un libro que resultó ser una gran sorpresa. Pero esa es ya otra historia.
Las siete y pico de la tarde, noche en invierno.

Hoy ha sido la primera vez que no sólo las he visto, hoy las he mirado, las he sentido. Hoy he mirado. Hacía frío. Medio llovía. En esquinas. Una en cada esquina. En portales. Una en cada portal. Hablan entre ellas. Se saludan. Se reparten ganchitos. En escalones.

He sentido su piel en mis manos. En mis dedos. Un hombre preguntando. Comprando. Ganado. Carne. Agujeros. Yo pago. Yo decido. Un ejército de reserva para preservar la masculinidad tradicional. Para resguardarla. Para eternizarla.

No se trata de derechos. Que los necesitan. Como personas. El derecho inalienable y fundamental a ser personas. De serlo.

Hoy he sentido un escalofrío. Y manos que tocan, manos que arañan. Manos que violan. Que pagan y se van. Ejército de reserva para fomentar la masculinidad tradicional. O nos dejamos. O nos pagan. O nos violan. Su sexualidad impulsiva construida por ellos en torno a ellos. Sin nosotras.

Hoy, por primera vez en mi vida he sentido que mi carne tiene precio. Carne de mujer. Agujeros de mujer. Franqueable. Violable. Se llama sororidad. Y he tragado mis propias lágrimas. No me toques ni una sola vez más.

Me persigue la oscuridadKeliyaaPhotography

Creo que el género mismo es la violencia, que las normas de masculinidad y feminidad tal y como las conocemos, producen violencia.

-Beatriz Preciado-

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